jueves, 20 de mayo de 2010

Noticias sobre mi ex

Sabía que esto iba a suceder…, pero eso no significa que estuviera preparado.
¿Qué hombre está listo para permanecer indiferente ante la noticia de que su ex mujer ⎯sin importar que él haya decidido terminar la relación⎯ está ejerciendo todo su derecho de soltera y sale con otro sujeto?
Ninguno, claro. Pero la realidad es que hasta el hombre más racional va a sentir, por lo menos, las reminiscencias de los celos cuando se entere que la mujer con la que compartió sentimiento, cuerpo, tiempo y dinero está, ahora sí, a nada de ponerle el punto final a la relación (porque un noviazgo nunca se termina cuando ambos se separan, sino cuando los respectivos amantes dejan de pensar con nostalgia respecto el uno del otro y una nueva persona ocupa su cabeza).
Sentir celos y coraje ante tal noticia, por absurdo y egoísta que parezca, es un sentimiento ⎯penoso, sí⎯ del que los hombres no tenemos control. Somos más animales de lo que nos gusta reconocer y la verdad es que no creo que esté mal sentirse así; la verdadera canallada sería tomar el teléfono y llamar a esa mujer a la que dejaste e invitarla a salir, removiendo así los escombros de un sentimiento en ruinas. Sentir el impulso es instintivo, buscar resulta alevoso. Entonces, para no cometer una estupidez borré por fin el número de celular de Paloma y también el de su casa porque hoy, por internet, su hermana me dio la noticia.
Cuando me dijo que Paloma ya salía con alguien sentí que una chispa se encendió dentro de mí y, como si mi carne fuera un bosque seco, ésta se tornó en una llama que me abrasó dejándome en cenizas. Traté de imaginarme al otro tipo. ¿Será galán?, ¿Se sentirá protegida a su lado?, ¿Le ilusiona verlo?
De pronto se empezaron a acumular ideas en mi cerebro que traté de borrar sacudiendo mi cabeza. Pero fue inútil, porque me empecé a preguntar cosas como: ‘¿Ya se acuesta con él?’, ‘Si es así, ¿estará enamorada como para aceptar las fantasías sexuales de ese cabrón?’, ‘¿Tendrá ese wey mejor cuerpo que yo, mejor trabajo, más dinero?’
Es un castigo merecido y doloroso enterarse que la mujer a la que dejaste está empezando a reconstruir su vida cuando la tuya no es más que una rutina de jornadas laborales, ejercicio, escritura en soledad y sexo ocasional con mujeres que ya no quieres ver después del orgasmo.
Esta noticia, que no es una sorpresa porque sabía que sucedería, ha hecho suficiente espacio para agravar mi insomnio. Después de muchas vueltas en la cama llegué a la conclusión de que soy un pendejo ⎯deducción a la que seguramente llegaron ustedes primero, oh, brillantes y pacientes lectores⎯ porque (primero) jamás debí preguntarle nada de la vida de Paloma a su hermana y (segundo) porque fui yo quien decidió terminar la relación hace casi un año. Entonces, ¿de qué sirve quejarse?
Georgina, mi ex cuñada, me contó que nunca vio triste a Paloma cuando terminamos; al contrario, me dijo se veía determinada y con bríos nuevos mientras yo, tonta y egocéntricamente, estaba preocupado por ella porque pensaba que mi partida había significado una pequeña catástrofe en su vida. Ja, cuando uno es amado en exceso es fácil sentirse omnipotente frente a la persona que profesa devoción, qué diocesillos narcisistas somos aquellos que gozamos el amor puro y redondo de una mujer que quiere con los huesos y el alma.
Pero por justicia divina, tal vez, hoy experimenté el mismo vértigo que Lucifer ha de haber sentido cuando Dios le dio una patada en el culo. Sentí justamente eso cuando Georgina, además de contarme que Paloma ya sale con alguien más, me dijo que su hermana jamás ha vuelto a hablar de mí, que parece ser que me arrancó de raíz. ‘Tú sabes cómo es ella’, me escribió por el Messenger con tipografía rosada.
Le dije que Paloma hacía bien, que no había otra manera de seguir adelante que no fuera ésa y que la entendía porque yo hice lo mismo, lo cual me hizo quedar como un mentiroso que quería salvar su orgullo.
Ahora pienso que debí de haberme despedido al enterarme de esto, pero seguí con el harakiri y le pregunté a Georgina si su hermana se iría pronto a París a hacer su maestría y me dijo que sí. También me contó que seguía pintando y que dos meses atrás había montado una galería y había vendido varios cuadros. Le dije que me daba gusto (pero aunque era cierto, también era real que me daba envidia saber que Paloma sí estaba produciendo arte que la gente estaba dispuesta a pagar cuando yo seguí atorado a la mitad de una novela con tintes de exorcismo sentimental).
Debí haberme despedido de Georgina, pero no, no lo hice. Le pregunté por su familia. Y no sé por qué me contó que Leticia, la hija de diez años de su hermano mayor ⎯quien tenía una rara fascinación por mí⎯ había puesto incómoda a Paloma hace casi un año, cuando terminamos.
⎯¿Dónde está Ícaro? ⎯preguntó Leticia en una comida familiar.
⎯Se fue, ya no vive en México ⎯dijo Paloma.
⎯Ah, ¿y adónde se fue?
⎯Se fue a… Colombia.
⎯¡Ah!, yo tuve una amiguita que se fue a vivir con sus papás a Colombia y nunca volvió. Cuando se van a ese país ya nunca regresan.
No aguanté más y por fin pude despedirme de Georgina y aunque yo sigo en México, tengo la sensación de haberme ido a la mierda desde hace mucho tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La cita del mes:

"Si me preocupara por lo que le interesa a la gente, nunca escribiría nada",

Charles Bukowski.